Se divierte, se le nota en la cara. Las pide todas recostado sobre la derecha, desde donde tantos conejos sacó con la camiseta azul y roja. La mata con el pecho y casi la desinfla. Hasta recorre 70 metros para recuperar un balón cerca del área propia.
Cada pase es una daga en el corazón de la defensa. O recibe la pelota y encara. Y cada vez que lo hace, invade en el ambiente la sensación de que algo bueno está por pasar. En la gambeta y en la definición ridiculiza a los rivales, sin importar que con muchos de ellos comparta casi todos los días de su vida. ¿Volvió Lionel Messi? En realidad nunca se fue. Es el mismo de siempre. El que se permite disfrutar de lo que más sabe, aunque esta vez con la celeste y blanca.
Entonces se llena de confianza. Ilusiona a una patria futbolera que le reclama que repita en la Selección lo que logra con su club, en otro continente. E inconscientemente lo banca a él, el técnico que llegó por un ratito y que minuto a minuto suma fichas para quedarse definitivamente. Es Sergio Batista el principal interesado en potenciar al mejor del mundo. En lograr hacerlo sentir cómodo, para que ganen todos.
Lo sufren sus compañeros Iniesta y Busquets, que lo ven pasar rápidamente por el mediocampo. También Piqué, que agradece tenerlo del mismo lado en el Barcelona.
Pero no es sólo Messi. La Pulga genera contagio y se nota. Tevez e Higuaín hacen el sacrificio de siempre, pero también llegan con chances de anotar. Mascherano, flamante refuerzo blaugrana, entra en sintonía y ya se parece al de otros tiempos. Banega entiende que tiene una gran chance de mostrarse y juega en consecuencia. Zanetti, Milito y Cambiasso aportan la experiencia habitual, con el corazón inflado en esta vuelta a la Selección. Romero mantiene los reflejos intactos. Y hasta Demichelis y Heinze se animan a los lujos en cada salida desde el fondo. En un amistoso, sí, pero vale la intención.

Así celebra su gol, el primero de Argentina
En los primeros dos minutos se vio al campeón del mundo en su máxima expresión. En esos 120 segundos, Argentina no tocó la pelota. Pero cuando la encontró, se convirtió en el espejo de su visitante ilustre. Se la adueñó, la trató con cariño. Pero a diferencia de España, la usó para fines más prácticos. A los 5, Messi dejó solo a Tevez frente a Reina y el del City desperdició el mano a mano. Y a los 10, Banega arrancó la contra. Tevez abrió a la izquierda para Messi y cuando parecía que el 10 iba a decirle a Higuaín "tomá y hacelo", le pinchó con sutileza la pelota al arquero para abrir el marcador.
Tres minutos después, otro pase de Carlitos, esta vez para Higuaín, que tras hacer una diagonal perfecta dejó en el camino a Reina (como hizo con Pérez frente a México en Soccer City) y empujó a la red. Para cerrar un primer tiempo soñado, a los 34, Tevez estuvo más optimista que nunca: empezó a correr cuando le tiraron el pase atrás al arquero, Pepe resbaló y el ex Boca se tiró al piso para anotar. Rengueando, el Apache celebró el 3-0 de Argentina en un Monumental, a esta altura, ya no tan sorprendido y burlón. "Poné a Casillas, la...", le gritaban a Del Bosque.
España, que hasta aquí sólo había inquietado con dos remates lejanos de Villa que pegaron en los postes, metió cuatro cambios en el inicio del complemento. Y lo elogiable es que, si bien se trataba de un amistoso, todos cumplieron al pie de la letra el libreto. Toque y toque. Lateralizar hasta encontrar los espacios, sobre todo con los ingresados y punzantes Navas y Pedro.
La gente se quedó con ganas de más Iniesta, tan aplaudido como Xavi, quien jugó los últimos 35 minutos. El que seguía desparramando rivales como muñecos era él, el distinto. Culminó una apilada antológica con pase a Di María, que la nueva figura del Madrid cambió por gol, anulado por posición adelantada. Y ahí sí, el "olé, olé, olé, olé, Messi, Messi" se escuchó desde los cuatro costados.
Llorente logró vulnerar al seguro Romero y descontar mediante un tiro cruzado y Agüero cabeceó a la red, tras el centro de Heinze en una gran jugada colectiva, para poner cifras definitivas.
El 4-1 no refleja las diferencias entre ambos equipos, que presentaron caras nuevas en un amistoso en el cual, igualmente, más de uno jugó muy en serio. Puede que le duela la derrota a la Furia, aunque con sólo pensar lo que se vivió el 11 de julio en Johannesburgo, el malestar durará un suspiro. En Argentina pasa lo contrario. La gran tarde de Núñez no hace olvidar el mazazo con Alemania en Ciudad del Cabo, pero permite soñar a futuro.
La España de Del Bosque todavía goza con su corona, mientras Argentina renueva la ilusión con su rey. El que saca diferencia. El que brilla allá y ahora se anima a repetir acá. El que tiene una deuda pendiente y no ve la hora de saldarla.
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